Amanecer Crepuscular

Amanecer Crepuscular

S. L.: El término “critico” debe entenderse en el sentido de “crisis”.
P. V.: Sí, en el sentido de una puesta en crisis del espacio. Un tiempo crítico sabemos que es un tiempo que va a acabar. La persona que va a morir en cinco segundos está en una temporalidad crítica, está llegando a su fin. Pero en este caso, es el espacio real del planeta -no el espacio en el sentido espacial, en el sentido cósmico-, lo que es critico. Como escribí en L’Espace critique, ya no es sola­mente el tiempo lo que es crítico, el momento crítico; la novedad fue que el espacio mismo entró en una dimen­sión crítica con la relatividad y, al mismo tiempo, con los fractales. Por un lado, está la relatividad, el espacio-tiem­po, la filosofía: Bergson, Einstein. Por el otro, resulta que las dimensiones son puestas en cuestión, un aconteci­miento importante al que no le prestamos atención. Hi­cimos implotar las dimensiones. La historia se vino desa­rrollando a partir de las dimensiones enteras: la dimensión cero, el punto, la línea y la superficie; ahí tene­mos a Kandinsky, el volumen más el tiempo. Una dimen­sión, dos dimensiones, tres dimensiones. Es fundamental en Occidente: la historia de la relación en el espacio con Grecia, con los perspectivistas, etc. Y entonces, las hicimos explotar. Así que quisiera decir que el gran aconteci­miento fue el espacio crítico. El espacio crítico estaba en la intersección de la relatividad, de los fractales y, cierta­mente, de la noción del accidente, ya que el Big Bang es el origen de la historia y lo que nos da las dimensiones. Pero ahora las hacemos explotar. Las dimensiones enteras son simulacros. Por consiguiente, tenemos cierta preocu­pación fundamental ligada a la noción de espacio. No po­demos separar la noción de espacio de la noción de di­mensión. En Oriente, es bien sabido que la noción de dimensión no existe. Se la reemplaza por el Ma, el inter­valo. Es el equivalente del intervalo en la música. Todo es­to es verdaderamente importante. En Oriente, el interva­lo musical en el tempo tiene una relación con el intervalo en el espacio. Las dimensiones no existen si no pasan por el intervalo. Con esto te vuelvo a remitir al “Troisiéme in-tervalle” [”Tercer intervalo”], uno de los capítulos de Vi-tesse et politique.

S. L.: Si se trata de la crisis del espacio, ese arte del espacio que es la arquitectura también está en crisis.
P. V.: El espacio crítico es la dimensión de la retención de las distancias: esta polución de las distancias temporales que ha producido ya, mediante la interactividad, efectos de claustrofobia y de encarcelamiento, que van a ser el gran problema del urbanismo y de la arquitectura del ma­ñana. Ante esta súbita forclusión del espacio real de la glo-balización, fruto de la compresión temporal de la interac­tividad, la exclusión se vuelve una necesidad con la global city, lo que implica una nueva relación con los cuerpos, con los cuerpos territoriales del habitat geográfico.
S. L.: ¿Exclusión con respecto a qué?

P. V.: Exclusión con respecto al espacio crítico. El cuer­po propio no está fuera de un mundo propio, de un mundo que fue apropiado. El mundo propio era el mun­do de la esfera terrestre. Toda la historia, toda la psicolo­gía, toda la filosofía se hicieron con una simbiosis entre estos dos elementos: mundo propio, cuerpo propio. La retención absoluta del mundo propio lleva al individuo a estar excluido de ese mundo. De ahí todas las investi­gaciones para dejar atrás el maldito planeta. Muchas de las prácticas tras la Segunda Guerra Mundial, incluyen­do la conquista del espacio por los nazis, son ya fenóme­nos de investigación para la exclusión. Excluirse de un mundo demasiado chico.
S. L.: En el caso de los nazis, se trata del lebensraum -el espacio vital- y el derecho de expansión territorial.
P. V.: Exactamente, se trata de excluirse de un mundo carcelario. La exclusión se vuelve una necesidad psico­lógica que implica una nueva relación con el cuerpo, el cuerpo territorial del hábitat geográfico, pero también el cuerpo social de las sociedades geopolíticas, y en últi­mo término, cuerpo animal de un individuo atrapado en un verdadero individualismo masivo. En las sociedades de la antigüedad, se trataba del colectivismo masivo porque el propio mundo era muy vasto. Volvemos al efecto que ya mencioné. Tras la compresión del mundo propio, el in­dividualismo se hace dominante. Es el aspecto fractal del ser. El cuerpo se vuelve el todo. De ahí el egoísmo, el ego­tismo, el individualismo masivo, porque seguimos estando en una sociedad masiva, pero ¡atención!, hecha de indivi­duos. Así, tras siglos, tras milenios consagrados a la urba­nización del espacio real del mundo propio -es la histo­ria de las ciudades desde el amanecer de los tiempos-, comienza la urbanización del tiempo real del cuerpo pro­pio del hombre. Por eso la sincronización. La sincroniza­ción cibernética de la interactividad colectiva reemplaza a la antigua estandarización de la actividad -la estandarización de los comportamientos sociales y disciplinarios de la época del colectivismo masivo-.
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Extraido de: Amanacer crepuscular Paul Virilio en diálogo con Sylvère Lotringer Publicado por Fondo de cultura económica

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